#4.
Tres prácticas esenciales para una entrevista más segura

PERMITE A LOS SOBREVIVIENTES HABLAR A SU MANERA Y A SU PROPIO RITMO

Durante la violencia sexual, los agresores tratan a las personas como objetos, no como individuos que tienen algún control sobre lo que les ocurre. ¿Puedes invertir esa dinámica y dar a los entrevistados la posibilidad de decidir cómo van a contar su historia?

La necesidad de tratar a las personas vulnerables con consideración, respeto y dignidad debería ser obvia. Pero, ¿qué implica esto en términos prácticos?

Como periodista que entrevista a un sobreviviente, estás en una posición de poder, aunque no lo parezca. La confianza y la seguridad emocional van a ser problemáticos. Es importante, entonces, que no hagas nada que pueda parecer un eco del abuso original, incluso de una pequeña forma, como apresurarlos o presionarlos para obtener una respuesta. Puede ser fácil perder esto de vista cuando se tiene un plazo por cumplir y se está en un lugar peligroso.

Por lo tanto, prioriza la planificación de tiempo suficiente para la conversación y asegúrate de que tu entrevistado sepa que:

  • No es necesario responder a ninguna pregunta que le resulte incómoda.
  • Está bien parar en cualquier momento.
  • No publicarás ningún detalle que te pidan que no publiques.

Considera a tu entrevistado en primer lugar como persona, y sólo en segundo lugar como una fuente de información para una historia.

Las entrevistas de los medios de comunicación pueden causar daños a los sobrevivientes si los explotan o se llevan a cabo de forma insegura. En esta sección se analizan los aspectos básicos de las entrevistas conscientes del trauma; en la siguiente [#5] se examinan con más detalle las reacciones específicas del trauma y los retos que pueden plantear al trabajar con sobrevivientes.

Los periodistas a menudo se preocupan, comprensiblemente, de que el mero hecho de hablar de experiencias desgarradoras y dolorosas, como la violencia sexual o la tortura, pueda perjudicar inevitablemente al entrevistado. Pueden temer que estén sacando a relucir cosas que fuera mejor no decir. O pueden equiparar la angustia que alguien experimenta al contar su historia con la provocación de un nuevo daño.

La mayoría de los expertos en trauma que trabajan con sbrevivientes de abuso sexual no creen que la conversación en sí misma sea lo más peligroso. Tiene más que ver con la seguridad que siente el entrevistado durante la conversación, con el grado de control que tiene sobre lo que se habla, y también con la forma en que se publica su historia posteriormente [ver #7 y #8]. El daño puede surgir cuando las personas se sienten juzgadas, no escuchadas, o sienten que se las utiliza con un propósito ulterior, como por ejemplo, para obtener una cita rápida. En las entrevistas relacionadas con traumas, la confianza es algo delicado y que se daña fácilmente.

La idea de que hablar no tiene consecuencias tiene ciertas excepciones. Por ejemplo, si alguien ha experimentado algo intensamente traumático en el pasado que ha sellado y no ha vuelto a examinar, como el abuso sexual infantil, entonces hablar en sí mismo puede ser angustiante y acarrear diferentes riesgos.  En general, ten cuidado de no sorprender a la gente con información inesperada.

Cómo hacer que el proceso sea más colaborativo y menos extractivo

Las personas experimentan el trauma sexual como una pérdida fundamental de control, algo que les sucedió y que no pudieron prevenir. Una forma de contrarrestar esto es ceder parte del control que normalmente ejerces como periodista e involucrar al entrevistado en las decisiones sobre el proceso. Incluso las pequeñas elecciones pueden marcar una gran diferencia.

Antes de entrar en detalles en una conversación, debes:

  • Reconocer que hablar puede ser difícil.
  • Involucrarlos plenamente en la decisión de dónde les gustaría ser entrevistados.
  • ¿A qué hora del día les conviene más? ¿Cuándo es probable que tengan más energía para la conversación y durante cuánto tiempo les gustaría hablar?
  • ¿Hay alguien que le gustaría que esté con ellos en la habitación, como un amigo o un familiar?
  • Pregúntales si hay algo de lo que preferirían no hablar.
  • asegúrales que no tienen que responder a nada que los haga sentir incómodos.

Es una buena práctica preguntar, antes de comenzar la conversación, cómo te pueden indicar a ti, como entrevistador, que no quieren seguir hablando y necesitan un descanso. La gente puede perderse en los vericuetos de contar su historia. Además, es común que sintamos un fuerte deseo subconsciente de continuar y complacer a alguien que está haciendo preguntas. Es posible que no sean muy buenos señalando cuándo están cansados o cuándo la conversación ha entrado en un territorio incómodo y se está volviendo demasiado difícil. Plantear esto antes de comenzar la entrevista, y quizás acordar una señal específica, hace que sugerir una pausa o un cambio de dirección a un tema más seguro sea más natural y menos disruptivo.

Estar de acuerdo en el lenguaje

En la sección #7 se hablará más acerca de la elección del lenguaje para publicación. Durante la entrevista misma, asegúrate de utilizar palabras con las que el entrevistado se sienta cómodo. Los modismos locales pueden ser útiles o no. Hay algunas reglas claras. Por ejemplo, nunca es apropiado describir al agresor como el amante de alguien. 

La mayoría de las personas que han sufrido violencia sexual se describen a sí mismas como «sobrevivientes», pero algunas pueden considerar que «víctima» es una palabra más precisa; otras pueden querer evitar ambas. Si tienes dudas sobre qué palabras utilizar, consulta con tu entrevistado y pregúntale qué prefiere.

El poder de escuchar

Cuando las personas sienten que se las está escuchando, se sienten más seguras y son capaces de ordenar sus pensamientos con mayor eficacia. Saber escuchar bien es probablemente la habilidad más importante que un periodista debe aportar a una conversación con un sobreviviente de un trauma. Esto implica dar espacio al sujeto y hacer preguntas sencillas y relativamente abiertas, que den a las personas la posibilidad de elegir cómo quieren responder, aunque demasiadas opciones pueden resultar abrumadoras.

Recuerda que, tal y como se ha comentado en la sección #2, comprobar que se tiene consentimiento es un proceso continuo, no un acontecimiento único. Por lo tanto, es posible que quieras comenzar la pregunta con un rápido «¿Está bien que preguntemos sobre… (un tema o suceso específico)? A continuación, deja que la gente responda libremente.

Katy Robjant, que trabaja con supervivientes de VSRC en la República Democrática del Congo y en otros lugares, tiene este consejo específico para periodistas:

En lugar de hacer preguntas abiertas sobre acontecimientos generales, establece con tu entrevistado que hay algo específico de lo que quisieras hablar. A continuación, pídele que te cuente todo lo que pueda sobre ese acontecimiento o tema. Una vez que te hayan dado toda la información que se sientan cómodos compartiendo, tu trabajo consistirá en extraer las partes destacadas. Esta es una forma de evitar que el entrevistado se vea obligado a hablar de detalles que no quiere compartir o en los que no quiere pensar.[a]

Algunos consejos para escuchar mejor:

  • Permitir que haya silencios y dar espacio a las personas para que ordenen sus ideas.
  • Utilizar marcadores verbales o, si se graba, no verbales, para mostrar que sigues escuchándolos.
  • Comprobar que has entendido los puntos clave.
  • Saber soportar tu propia incomodidad y no permitir que se desvíe la atención de tu entrevistado.

Tratar de evitar:

  • Completar las frases de las personas o cortar su hilo de pensamiento de forma abrupta (a menos que se pierdan en un recuerdo – ver la sección #5).
  • Dar la impresión estar juzgando, por ejemplo, poniendo cara de horror cuando alguien cuenta algo que puede ser espantoso (está bien expresar tu preocupación o tu pesar).
  • Indagar en detalles gráficos o físicos.
  • Decir a la gente que sabes cómo se sienten (muy probablemente no te creerán).

También hay que ser prudente a la hora de contar que se han tenido experiencias similares o entrar en detalles autobiográficos. En algunas situaciones, esto puede ayudar a generar confianza y a llevar la conversación adelante; en otras, puede desviar la atención del entrevistado y dejarle con la sensación de que se minimiza o se deja de lado su experiencia. (La necesidad de mantener ciertos límites con respecto a la salud se trata con más detalle en la sección #6).

Gestionar el tiempo y acabar bien

El título de esta sección, Permite a los sobrevivientes hablar a su manera y a su propio ritmo no significa, sin embargo, que debas ser totalmente pasivo a la hora de organizar el tiempo. Cuando las personas son vulnerables, les conviene que la conversación tenga algunas acotaciones. Y, como ya se ha dicho, hay que vigilar sus niveles de energía. (Si estás en la zona durante un tiempo, siempre puedes ofrecerte a volver y retomar la conversación más tarde).

Algunos clínicos hablan de la regla de los tres tercios. Lo ideal sería que el primer tercio de la conversación se centrara en una época y unas experiencias en las que el entrevistado se sintiera relativamente seguro; la sección intermedia, en el material más difícil, por ejemplo, los propios acontecimientos traumáticos; y la última sección, en el presente y el futuro, cualquier cosa que ayude al sobreviviente a tender un puente hacia el aquí y el ahora.  No es conveniente dejar a alguien al final de la entrevista totalmente inmerso en lo peor de lo que le ha sucedido.

Intenta terminar con una idea positiva, pero no lo fuerces ni finjas que las cosas están mejor de lo que están. Puedes preguntar a la gente qué les ha resultado útil para enfrentar la situación y qué recomendarían a otras personas. No siempre es fácil encontrar un punto final sólido. En últimas, siempre puedes preguntar a la gente qué va a hacer el resto del día. Recuerda, por supuesto, dar las gracias y mantener las promesas que hagas en cuanto a un contacto futuro, envío de información sobre el artículo y demás.